RASHOMON

RASHOMON

1 mayo, 2020 Desactivado Por cinque -

El día de hoy tuvimos una junta con alumnos de 4o de prepa que lograron portarse igual de mal a distancia que en clases presenciales.  Abogaban porque les quitaran la consecuencia que se les había impuesto pero, sobre todo, porque no los habíamos escuchado.  Eso es a lo que yo me dediqué en la junta.  Tengo la fortuna de ser la psicóloga y no tuve que hablar hasta el final.  Yo me dediqué a escuchar.  “No porque nosotros seamos los chicos, sólo ustedes pueden hablar.   Concluí nuestra junta dándoles la razón.  Cada quien tiene su punto de vista.  ¿Cuántas veces me quejé yo de que los adultos no me escuchaban?  ¿Cuántas veces me sentí injustamente tratada porque lo que yo sentía no era tan importante como lo de los adultos?

No creo que alguien pueda tener la razón sólo porque es el que tiene más edad, más dinero o más poder.  No creo que unas cifras sean más reales si las dice el presidente que si las dice el Subsecretario de Salud, o que si las dan los médicos que trabajan en los hospitales llenos de pacientes con este nuevo virus.  Y tampoco creo que sean más válidas que el paciente que tiene que ir de uno a otro hospital buscando que lo atiendan. 

La realidad no puede ser una sola.  Yo estoy convencida de que tiene que ver con la percepción de cada individuo.  Aquí algunos ejemplos:

  • El tiempo.  Cuando a alguien le puede parecer eterno, a alguien más se le va volando.   Hay algunas clases en donde los minutos se convierten en horas.  Puede ser una tortura pasar la tarde en casa de tu abuelita a los 6 años cuando tú quieres salir a jugar.  Cuando corres un maratón, la última parte dura mucho más que los primeros 10 kms, que parecen pasar sin darte cuenta.
  • Las perspectivas de una pareja pueden ser diferentes.  Quizás uno está ahí para toda la vida, y el otro está mientras se puede. 
  • “Quieres más a mi hermano”, dice uno de dos hijos.  La rivalidad fraternal es una constante en la mayoría de los hermanos.  Y no únicamente en el momento de la vida en que viven juntos, totalmente dependientes de los padres.  ¿Cuántas casos se escuchan de enojos que alejan a la familia por años, por pensar que la repartición de la herencia fue injusta?  Unos están seguros que debió ser de una manera, cuando los otros, se encuentran igual de seguros de que a ellos les correspondía más.  Y a pesar de que uno piensa que en su familia eso nunca va a suceder, sucede.  Es difícil, a veces, hacer entender al otro que uno era el favorito, que uno tuvo una relación más cercana.  Porque, desde MI perspectiva, a eso se resume todo:  a quién quisieron más.
  • #quédateencasa – Por un lado, una instrucción clara de que quienes podamos, nos encerremos.  Es más, de que nos comportemos como si estuviéramos contagiados (porque probablemente estamos):  “si no quieres contagiar a los demás cuando llegues a salir -sólo si es absolutamente necesario- usa cubrebocas.”  Los japoneses lo han hecho así desde hace varios años y les funciona, porque piensan en el bien de la sociedad y no sólo en el individual.  “No toques las cosas y desinfecta todos los productos que lleguen a casa.”  Y, por el otro lado, se escucha la teoría de algunos médicos que dicen que es una epidemia como tantas otras, con incluso menos muertes que otras que ya hemos pasado.  “¿Cómo pedir que los sanos se encierren?  Si el ser humano está acostumbrado a tocar cosas, ¿cómo quieren que vivamos desinfectando todo?”  Es como las mamás que no permiten que su bebé que gatea chupe cosas que se encuentra a su paso cuando ésa es la forma de crear defensas. “¿Cómo lograr que sigas creando defensas si no te acostumbras a tocar todos los productos que tienes a la mano?” 
  • La muerte:  ¡Ya!  ¡Que deje de escribir de su mamá en FB en cada aniversario!  ¡Ojalá que ya lo pueda superar!  Y cuando llega el turno en que uno pierde a uno de sus padres, comprende y se da cuenta de cómo duele.  ¿Acaso no sentimos muchas veces que sólo nos entiende de verdad alguien que ha pasado por lo mismo?
  • Doctores:  ¿por qué pedir una segunda opinión?  Los doctores también son humanos, y también fallan, pero también tienen ciertas predilecciones, gustos y necesidades.  “Sí,” dice uno, “quizás esa operación puede esperar un poco.  Pero eso significa no tener ingresos este mes.  Si la hacemos con cuidado, lo más seguro es que no pase nada…”.  Y, otros, con una cartera de pacientes mucho más constante o que, por suerte tiene otros ingresos, puede verlo más objetivo y asegurar:  “ninguna operación programada debe llevarse a cabo en estos momentos.  En la última cirugía de la que yo tuve noticias, resultó que la paciente, sin saberlo, tenía coronavirus, y 17 personas que asistieron esa cirugía tuvieron que irse a cuarentena.”

No creo que alguien tenga definitivamente la razón. Ni creo que podamos juzgar a alguien porque toma una decisión diferente a la que nosotros tomaríamos.  Lo que sí creo es SIEMPRE hay una historia atrás.  ¿Y si decidimos escucharlas?

Y así de dispar como es nuestra hermosa/terrible CDMX, así percibo yo esta Cuarentena.  Hay mucha ansiedad, muchas razones por las cuales estar frustrados y mucho desconocimiento de lo que está por venir, lo que causa, sin lugar a dudas, angustia en la mayoría.  Pero también hay esta oportunidad de la que hablan muchos, de hacer un alto y darle un respiro a la Tierra; de darnos un momento a nosotros mismos para ver hacia adentro y no sólo a las exigencias diarias de la vida; de darnos un tiempo para observar y conocer otro lado del que está encerrado con nosotros.  Yo, por ejemplo, no recuerdo otro momento en la vida en que haya tenido a mis hijos conmigo 24/7, además de cuando eran bebés, y me resulta maravilloso (con todo y las peleas).

Hace 4 semanas recibíamos la noticia de que no regresaríamos al colegio.  ¡Inconcebible!  Estar en casa todo el tiempo.  Sé que las reacciones fueron también divergentes, sobre todo de las mamás que se quedarían en casa con sus críos.  Para algunas, una oportunidad; para otras, crisis.  ¿Cómo tenerlos toooodooo el día sin saber qué hacer?  Y cuando se les dio qué hacer, resultó muuuucha tarea.  Entiendo que para quienes seguimos trabajando desde casa, fue un titipuchal de trabajo:  el HO, la ayuda a los niños (dependiendo de la edad y de qué tanto se saben gestionar), y muchas veces, la comida y la limpieza de la casa, pues con el miedo que se generó, muchas les pidieron a las señora que ayudan con esta parte, que se mantuvieran alejadas.  (Claro está que 4 semanas después, ¡ya muchas se arrepintieron!). 

También hubo una expectativa de poder hacer miles de cosas, porque internet lo facilita todo y más aún en Cuarentena, con una oferta enorme de actividades gratis, desde ejercicio hasta visitas virtuales, propuestas de actividades dentro de casa y conciertos.  Así que alternativas, hay.  La cosa es que si bien, muchos niños no se saben gestionar y comienzan el día alrededor de la 1pm para terminar haciendo tarea y escribiéndole con dudas a su profesor a las 4am, muchas mamás tampoco saben gestionarse.  Y, por lo tanto, les cuesta empujar a sus hijos a aprovechar este tiempo.  “¿Cómo lo obligo a meterse a algo cultural?  No lo saco de Tik Tok o de Fortnite,” se queja la mamá de un adolescente. 

Así que terminamos con una batalla en la educación que es cierta en circunstancias extraordinarias,  como las que estamos viviendo, pero también en las cotidianas:  necesitamos una educación para los alumnos, y también para los papás.   

Ojalá que podamos ser cada vez más de los que pueden ponerse un horario y sólo disfrutar de estar todo el día en pijama de vez en cuando; de los que aprovechan esta circunstancia para llamarle a quien hace mucho no llamaban; de los que están haciendo lo que normalmente no tienen tiempo de hacer, desde recetas de cocina, enseñarle algún truco a su perro, hacer un curso a distancia o leer un libro olvidado en el buró; o relatar historias familiares para que las generaciones jóvenes conozcan su historia.

“Nunca creí decirlo,” confiesa una adolescente, “extraño la escuela”.  “Yo añoro ir por mis hijos al foot ball y verlos sucios y cansados de tanto correr,”  me comparte una mamá.

Claro que hay muchas razones que frustran, como la cancelación de tantos viajes que se tenían planeados para estas semanas; la súbita interrupción del semestre de intercambio y el regreso temprano al país; la probable cancelación de la graduación; la postergación de la boda; la cancelación del que iba a ser el primer maratón y todo el entrenamiento a la basura.  Muchos y diversos. 

Pero, ¿no será que estos días son también valiosos y que si no los vemos, en unos meses nos quejemos de que desaprovechamos esta gran oportunidad de vivir de una manera diferente?

cinque

Columna

psicoterapeuta | corredora empedernida | apasionada por los vínculos, la buena música y la escritura | mamá de 2 | aprendiz de lo posible y de lo imposible

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