Secretos 2

Secretos 2

7 julio, 2020 Desactivado Por cinque -

Los secretos:  Eso que no se dice y cuando se comparte denota confianza en el otro.  Y cuando no se dice es con el objetivo de tener cierto control (¿o poder?) sobre el otro. 

Todos tenemos algún secreto.  ¿Por qué?  ¿Para qué?

4.  Lo que producen

  • Existen los que son secretos pequeños y pasajeros.  Quizás éstos no causan más que una sensación de confianza cuando se comparten. 
  • Otros, producen emoción.  Sólo se comparten con unos cuantos y hasta da gusto tener la oportunidad y el espacio de compartirlos.  Las amigas (generalmente -hay que admitirlo-nos pasa más a las mujeres) hacen todo por encontrar un espacio para platicar de eso que sólo comparte el grupo. Y cuanto más grande se hace esa noticia, más se va convirtiendo en chisme picoso. 
  • También hay los que producen excitación.  Los amantes que no han tenido oportunidad de verse porque la misma imposibilidad de gritar sus ganas al viento, tampoco permite tenerse fácilmente a la mano.  Por tanto, cuando se ven, se besan, se abrazan y parecieran quererse inundarse uno en el otro, de su olor y sabor; de su textura y calor. 
  • Hay secretos que pueden ser más intensos, generalmente por el dolor que causan y suelen guardarse tan celosamente, que llega un momento en que no son accesibles ni para uno mismo.  Ni siquiera uno mismo se acuerda de ellos.  Así de inteligente nuestra mente. 
  • La exclusividad.  La pertenencia es una sensación importante en la socialización del ser humano.  Necesitamos sentimos pertenecientes a nuestra familia, a nuestra cultura.  Un factor que impulsa a sentirnos pertenecientes es la exclusión del otro.  La exclusividad se da también por tener información interna.  En una compañía o en un grupo se considera a alguien como un miembro importante cuando se le confían sus secretos.
  • Afiliación.  Hay algunos secretos que forman parte de la intimidad.  Eso que sabes porque formas parte de una familia o de un grupo y te das cuenta de cómo hacen los demás las cosas.  De qué les gusta comer, de qué tan despeinados despiertan por la mañana, de que a lo mejor por las noches se levantan y van por algo de comer, de a quién le da insomnio; de a quién le está bajando.  Se da también en el trabajo o en la escuela, en donde te das cuenta de algunos hábitos, como quién come sano y quién se la pasa de antojadizo; de quién normalmente está de buenas y quién se ve que algo trae. Y el compartir estos secretos también va formando las bases para una amistad.
  • Por supuesto, los secretos crean curiosidad.  El que no sabe, quiere saber y se puede convertir esa información en una especie de gancho para interesar al otro.  Así como un autor puede dejar la clave más importante de una escena para continuar en el siguiente capítulo y que el lector quiera devorarse el libro, así puede alguien guardarse cierta información para que los demás quieran saber de él.  Y así como esperamos la secuela de un libro, podemos esperar que el otro nos cuente cómo le fue en el proyecto que tenía pensado, cómo le fue a alguien con una pareja a la que vio el fin de semana, o si por fin la mamá de un amigo entendió que él ya se tiene que ir a vivir a otro lado, de manera independiente.
  • Claro que también puede crear ansiedad. 

¿Qué tendrá mi hermana en ese cajón con llave?  Debe ser algo muuuy valioso. 

¿Me van a subir el sueldo?  o… ¿me van a dar permiso? 

¿Tendré algo grave?  ¿Por qué se tardan tanto en dar los resultados?

¿Qué está pensando?  ¿Le gustó?  ¿Le pareció tontísimo?

En las relaciones de pareja los secretos obviamente ayudan a la codependencia. 

¿Qué sería tan importante, o qué hizo de malo que no me contó que iría allá? 

¿Por qué no me contesta si ya vio mi mensaje?  ¿Me va a escribir hoy? 

¿Fui importante para él?  ¿Seguirá pensando en mí?

A veces las preguntas surgen del silencio en la mente de uno (en donde más que un secreto es ansiedad provocada por cierta paranoia, celos o demasiado tiempo libre), y a veces son provocadas por el otro.  Porque tiene su ganancia:  el otro se convierte en más interesante.  Engancha a que estén pensando en él constantemente.  Puede ser que ni siquiera ya quiera algo con esa persona.  Pero parece desear seguir teniendo su atención, desea seguir en el pensamiento del primero.  Y no lo suelta, proponiendo la posibilidad de que el secreto se llegue a saber en un futuro.  O simplemente… no dice nada. 

Así que, como se puede ver, los secretos pueden dar intimidad y crear un vínculo con alguien, pero también pueden destruir o pervertir una relación.  A veces pueden crear alianzas dentro de una dinámica familiar.  Dos miembros lo saben, pero los otros, no.  Primero puede crear una alianza entre estos dos a través de la exclusividad.  Pero con el paso del tiempo, y cuando el secreto se sabe, los demás miembros de la familia pueden sentirse traicionados.  Y es que guardar información del otro suele percibirse como desconfianza y, en algunos casos, hasta como traición.  La percepción de agresión es ineludible. Incluso en esas circunstancias en que conscientemente “no se quiere herir al otro”.  De alguna manera se actúa como si el otro fuera tan vulnerable que no lo pudiera soportar y en ese momento, se le considera menos.   Es por eso que muchos autores concluyen que entre más secretos se guardan en una familia, la dinámica es más patológica. 

Yo me siento muy afortunada porque en mi vida me han contado muuuuchos secretos.    Por supuesto, por mi profesión, pero también, quizás porque la curiosidad promueve que sea buena escucha y me quieran contar.  Porque los secretos también pesan.  Y cuando uno los puede poner en palabras, siente que le quitan un peso de encima, aunque la realidad del hecho no haya cambiado.  Creo que ésa es una de las cosas que me encantan de la vida:  lograr un vínculo con el otro de tal confianza que me cuenten sus secretos; eso que me hace quererlo más; eso que quizás nunca antes hayan podido decir en voz alta.  Cuando se cuenta un secreto por primera vez, siempre tiene el mismo resultado:  el peso que se quita de encima es más grande que el dolor. 

Y tú… ¿cuántos secretos escondes?  ¿con quién los compartes?  ¿promueven un vínculo o te alejan de los demás?  ¿será momento de que dejen de ser secretos?

cinque

Columna

psicoterapeuta | corredora empedernida | apasionada por los vínculos, la buena música y la escritura | mamá de 2 | aprendiz de lo posible y de lo imposible

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