Si no tuviera filtros

Si no tuviera filtros

20 mayo, 2020 Desactivado Por Rosa María Quesada

Me encantaría ser tan valiente y tan Asperger como para decir lo que pienso, con justicia y verdad, obviamente, pero sin tocarme el corazón.  Durante la semana hice el ejercicio de preguntarle a mis amigos de Facebook qué les gustaría decir, y en general fue la necesidad de hacerle ver a los demás sus errores.  Hubo una tierna alma que dijo que a ella le encantaría poder decirle al hombre que le gusta que la trae loca.  Tierna, pero no corresponde a mi estado de ánimo. Yo estoy con todos los demás.

Mi idea me la dio una alumna. Esos alumnos siempre son fuente de sabiduría y creatividad.  Sucede que mi materia es obligatoria para todas las carreras y se debe de tomar los primeros dos semestres de la carrera, porque si no, ya no sirve porque se trata de aprender a escribir textos académicos. Siempre hay alguien listo que se la va saltando y la mete cuando ya no hay de otra.  Este es el caso de esta linda niña que, desenvainando la espada el primer día, me avisó que ella ya era de octavo y que tenía compromisos laborales y que tendría que salirse siempre de clases media hora antes. “Espero que no te moleste”, me dijo.

Respuesta con filtro: “ Mientras me entregues tus trabajos, cumple con tus deberes laborales”.

Respuesta sin filtro que solo imaginé:  “Ya te mostraste de cuerpo entero. Te voy a tener en la mira.  Seguro eres de las que quieres pasar con el mínimo esfuerzo, que vienes a la universidad a pasártela bien y tener una gran vida social.  Hazle como quieras pero ni te creas que te voy a ayudar ni un poquito a ponerte al corriente.”

Durante el tiempo que fuimos a clases de manera presencial faltó 5 de 7 veces a las que tienen derecho, después se ausentó dos semanas con permiso porque tenía que ir a ver a un abogado a España, y ya encuarentenados faltó otras dos veces porque tuvo que ir al hospital a acompañar a su mamá que “resultó positiva de coronavirus”.

Cada vez que recibía sus mensajes, quería decirle:  “¿De verdad crees que me la estoy creyendo toda? Lo que tengo es una enorme flojera de ponerme a reclamarte por lo que tú te estás perdiendo. Muy lista no eres.”  Pero no dije nada.

En sus entregas finales- dos ensayos, un power point y tres reseñas- sus trabajos mostraron un gran empeño y dominio del lenguaje académico.  ¿Qué puedo decir? ¿Me desgasto, la regaño?

La verdad sea dicha, es una chica educada, decente y con una gran sonrisa, y eso siempre me gana un poco.  Acabé haciéndome la que le creía su aptitud para escribir y le puse 9, pues a fin de cuentas cumplió, se tomó el tiempo de inventar excusas, de plagiar o de persuadir a alguien para que le hiciera la tarea (acabo de ver un personaje maravilloso en un película de Netflix de una  maestra que esta completamente consciente de que una sola alumna le hace la tarea a todos, pero está de acuerdo porque le da una flojera enorme corregir trabajos de baja calidad). Sin embargo, se me quedaron entre pecho y espalda las siguientes palabras que les quiero compartir:

“ No creo que una calificación elevada en la materia de escritura valga ni la mitad de lo que vale la integridad de una persona.  El siete de tu compañera que tanto se esforzó por obtenerlo puede hacer que  ella y sus padres se sientan orgullosos de su esfuerzo. En cambio, pequeña, no me gustaría estar en el lugar de tus padres, porque lo que único que has mostrado es el cobre. O sea, a través de ti los conozco a ellos, y ¡qué mal parados los dejas!”  Pero, debido a los filtros sociales, no le dije nada.

Y ya sin tanto contexto les comparto otros discursos que los tengo guardados en mi cabeza para algún día que se me desconecte la amígdala y entonces empiece a decir todo lo que pienso:

“Querida vecina: sé que te pones muy mal con los sobresaltos que da la vida. Te he escuchado gritar como energúmeno con el más ligero de los temblores, te he escuchado gritarle a tu marido porque no puso el vaso en el fregadero. Ya me dijiste que estás nerviosa por la enfermedad que nos rodea.  Y entonces. ¿Se puede saber por qué aceptas gente externa en tu casa todos los días?¿Por qué parece que hay fiesta cada sábado?  No creo que seas tan estrecha de mente para entender que el término “quédate en casa” no implica traer la calle hacia adentro. Luego no vengas llorando con que se te complicó la vida!!!!”

 

“Amiga mía:  Eso de que uno no puede vivir sin alguien es un cuento chino.  Es verdad que uno se puede llegar a sentir enamorado, que entre más tiempo pases con una persona es más difícil acomodar la vida sin ella. Pero de ahí a estar eternamente deprimida porque no te llama, porque te engaña, porque te golpea y no decidirte a dejarlo….¿sabes qué?, me parece un error total de tu parte.  Tú eres mucho más que eso, solo que todavía no lo sabes.  El amor de tu vida no tiene su nombre, ni el de nadie, antes que el tuyo.  Eres capaz de ser feliz, somos capaces de ser felices solos. Y solo cuando te sientas completa y brillante y “no mangoneable”, podrás unir tu alma con la de otro/ otra tan libre como  tú.”

 

“Hijita, te quiero mucho,  pero esa galleta de matcha con pedacitos de chocolate blanco me la dieron a mí, ¡y no te voy a dar nada!”

 

Todo eso diría.

Rosa María Quesada

Columna

Pedagoga mexicana interesada en la literatura como forma de crecimiento.

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