Trilogía sobre la finitud del tiempo

Trilogía sobre la finitud del tiempo

9 junio, 2020 Desactivado Por Rosa María Quesada

Ya sé que el tiempo es infinito, o tal vez lo contrario, ni siquiera existe.

Pero eso es el tiempo objetivo. Yo hablo mi propio tiempo, el tuyo tuyísimo. Ese tiempo subjetivo en donde los segundos no miden lo mismo, en donde una hora puede ser eterna y diez años apenas un parpadeo. Encerrados en la casa, cuando volteamos a ver la misma grieta en el techo cada 24 horas, tenemos la ventaja de salirnos de las prisiones del reloj y observarlo desde afuera.  El tiempo detenido, ante nuestros ojos, para analizar.

He decidido compartir con ustedes un artículo dividido en tres partes, como la Trinidad.  Presente, pasado y futuro, empezando por el pasado.  Es una reflexión  sobre mi propio camino que tiene la intención de invitarlos a realizar el mismo ejercicio personal, si así lo desean. 

Recorramos pues esta carrera JUNTO al tiempo, NO DENTRO de él.  Zafémonos de las garras del tal Cronos y seamos nosotros, por ahora quienes los sostengamos a él.

  1. Los caminos no tomados

Nacemos y las posibilidades de lo que podemos llegar a ser son amplísimas. Pero ellas se van minimizando vertiginosamente con cada elección que hacemos, pues decir que sí a una es decir que no a una cantidad inimaginable de ellas.

Desde el día uno, se han ido tomando elecciones sobre lo que somos o no somos, sobre los caminos que recorreremos, sobre lo que comeremos, en dónde viviremos, ¿quién nos cargará, quién nos cuidará?  Todas esas pequeñas elecciones tan insignificantes, que parece que no tienen mayor importancia más que lo que pase con nosotros en las próximas horas, pero que no sabíamos en ese momento, cuando sucedieron, lo crucial que iba a ser en nuestras vidas.

Y ahí tenemos ese pastel intoxicado que nos hizo llegar al hospital y finalmente someternos a una cirugía, y el aventón que tomamos en donde conocimos a nuestra mejor amiga, y el día que no fuimos a la escuela y nos perdimos la clase de raíz cuadrada que después nos hizo reprobar el examen extraordinario de matemáticas en secundaria y hacernos repetir el año, y el beso que dimos a alguien y lo hicimos tan feliz…..

Pero está la otra parte, y es aquí en donde quiero que nos quedemos a jugar el día de hoy:  ¿Y todas esas elecciones que no tomamos? Hagamos el ejercicio con solo tres momentos en nuestra vida.  No sé si hayan visto una película que cuenta la vida de Nadia Comaneci, una gimnasta rumana de allá de los lejanos años 70s.¡Cómo me marcó esa escena! : El entrenador decide meterla a ella a la competencia y no a su compañera que era igual de buena. Dos destinos dictados en una sola decisión, de un segundo.

“El hubiera no existe”, dicen.  Pero, ¿Y si existiera?¿Qué universo paralelo les gustaría visitar?  A mí me gustaría haber decidido estudiar biología marina, y recorrer esa vida.  O estudiar pedagogía, pero en la UNAM, o en la UIC, por ejemplo.  ¿A dónde estarían si hubieran ido de vacaciones esa vez que les dio flojera?¿ Qué hubiera pasado si hubieran tomado el taxi el día que estaba lloviendo en lugar de resbalarse en la banqueta y perder para siempre sus pantalones más queridos?

  1. “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”

¿Cuántas cosas hemos deseado en la vida que ya no queremos más?¿Por cuántas cosas hubiéramos dado lo que fuera en algún momento de nuestras  vidas y hoy simplemente ya no nos interesan?

Me da risa pensar en mí misma buscando entrar al antro de moda, o una fotografía de Bruce Willis.   Discrepo entonces de la frase que dice “nunca dejes de perseguir tus sueños”, porque no es que sea cobarde o derrotista, es simplemente que ese sueño era de la mujer que fui, no de la que soy el día de hoy.  Les cuento otras cosas que quise algún tiempo y ya no más:  una alberca en mi casa, una casa grande y con jardín, una familia compuesta por papá, mamá e hijitos.

Hay otros sueños que todavía tengo, pero que no sé por cuánto tiempo más me motivarán: tener un trabajo que trascienda, ¿nietos?

Y hay otros a los que definitivamente contestaré como mi abuela dijo cuando le informaron que tenía que dejar el  cigarro:  “fumé, fumo, y fumaré, y hágale como quieran”.  (Mi abuela, entre paréntesis tiene 91 años…¿de qué estará hecha?). Mis sueños perennes son viajar, aprender y tener una casita acogedora donde poder recibir amigos.

  • ¿A qué no renunciarían de su vida?¿Cuándo creen que el universo se haya alineado y les dio lo que deseaban y necesitaban? ¿Cuándo han sentido esa plenitud en el alma cuando sienten que no les falta nada?
  1. “Nunca digas nunca”

Y éstas son cosas que en otro momento hubiera pensado que simplemente no tenían cabida en mi vida Y NUNCA LA TENDRÍAN, y sin embargo, la vida decidió lo contrario: A las motocicletas (he llegado a subirme sin casco, con dos personas más, en sentido contrario, en una ciudad caótica y temeraria), a ser mantenida (digo, solo en el deseo, jaja. Cuando joven pensaba que eso de vivir del dinero ajeno era indigno…ahora, no me importaría), y, bueno, cuestiones políticas, religiosas y sexosas que me reservo el derecho a polemizar. 

Nuestra vida no es monolítica, somos el cúmulos de ésos que hemos sido. Nuestro pasado conforma nuestro presente.

¿Y qué hay en mi presente? ¿Miedos? Muchos.  ¿Respuestas? Cada vez menos.  ¿La vida? Un enigma.  

De repente, el minutero vuelve a sonar.

Rosa María Quesada

Columna

Pedagoga mexicana interesada en la literatura como forma de crecimiento.

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