Las dos puntas de la madeja

Las dos puntas de la madeja

17 junio, 2020 Desactivado Por Rosa María Quesada

Un punto en la línea del tiempo de la carrera laboral:  2020  (ya sé, el año innombrable).

Dos distintas perspectivas:  Allá está mi hija, el 2020 es su punto de partida,  a nada de iniciar su carrera, llena de anhelos, de deseo de vivir experiencias, de conocer, de ser esto y el otro, y el otro también.  ¿Por cuál decidirse?¿A dónde la llevará cada camino?  La vida es una gama de posibilidades que emociona. Es como estar parado en la entrada del parque de diversiones y tener que decidir por cuál juego iniciar, porque el tiempo no alcanza para todos. La visión de moda es que uno no lo tiene que pensar mucho, hay que dejarse llevar, subirse al juego que se vaya presentando y el camino se mostrará solo. YOLO.  Vive y disfruta lo que vayas viviendo, y lo demás, ni hablar.

¿Será ése el secreto de la felicidad?  Sin estrés por no llegar a la meta, sin objetivos fijos que te frustren y te obsesionen.  El gato de Cheshire afirma que si uno no tiene un objetivo al que llegar, cualquier camino es bueno.  Hasta hoy siempre había pensado que la moraleja de esa sentencia era que había que tener objetivos claros para encaminar los pasos hacia el camino correcto.  ¿Pero si es todo lo contrario? ¿Si el chiste es disfrutar el camino más que llegar al destino?

 

Y aquí estoy yo, en ese mismo 2020, pero ya bastante avanzada mi trayectoria, ya alcanzando la meta….¿será? Y a propósito, ¿cuál era esa meta?  El reloj sigue su marcha, y yo no he guardado mucho para el futuro, todo ha sido vivir el presente, a veces resistiendo, a veces solo durando, a veces realmente gozando.  Dicen que me jubilo en 10 años.  Las posibilidades ya no son tantas como hace 20, ni hace 30.  Mis conocimientos se han limitado, al igual que mis habilidades.  Pero eso sí, mi experiencia ha engrosado.  ¿Qué hacer con ella?

“Estoy parada sobre la muralla que divide todo lo que fue de lo que será”.  Aquí estoy, con mi libre albedrío para dejarme actuar como mejor me plazca.  Recalculemos.

Yo ya me he subido a varios juegos del parque de diversiones.  Hay secciones que ya están cerradas para mí. Es más, desaparecieron, se difuminaron en la nube blanca de la Historia sin fin llamada “La nada”.  ¿Se abren nuevas perspectivas?  No lo creo, lo que pasa es que he caminado y me he acercado al horizonte.  ¿Me entusiasma lo que veo?  No sé, no sé.  Esto de los jueguitos mecánicos uno tras otro marea, cansa.    Como que ya a esta edad las olas que se te antojaban para surfear ahora solo te inspiran quedarte sentado en la playa…..

La máxima budista, vive el presente como si fuera lo único que existiera, está difícil de aceptar. Momento presente, qué difícil eres de valorar.

Despierto al otro día, en donde  HOY ya tiene otro significado.  Y hoy precisamente sería el cumpleaños de mi abuelo, ¡cumpliría cien años!  Eso ya es un motivo de alegría; leo el artículo de mi hermana en donde su mayor inquietud es no poder ayudar más;  le escribo a una amiga diciéndole que ojalá le estén pagando muy bien unos cursos extraordinarios que está dando en línea sobre resiliencia y literatura y me contesta que los está dando gratis, que no es momento de ser egoístas, y que está segura de que si le sonríes a la vida ,ella te sonreirá de regreso; mi hija nos avisa que ya acabó su tesis sobre los horrores que cometen los narcotraficantes con las mujeres, le digo que el tema me sobrepasa y me contesta que es imposible esconder la cara como la avestruz, porque si no somos nosotros quienes intentemos arreglarlo, ¿Quién?

¿Por qué no aquí, por qué no ahora?, es la ilustrísima cita de Ratatouille que me viene a la mente.

Seamos, intentemos, creamos y creemos hoy, venciendo al tánatos con la líbido, como me enseñó mi hermana hace algunos años, aunque los mortífagos estén rondando bajo, muy bajo. Ahora entiendo por qué todos somos Harry.

Rosa María Quesada

Columna

Pedagoga mexicana interesada en la literatura como forma de crecimiento.

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